15 noviembre, 2010

Miedo

Ya no se que pensar.
Llevo unos meses demasiado malos. Perdidas, desengaños, angustias, ilusiones desaparecidas, planes frustrados. Me quedé sin ganas de escribir y hace meses que no escribo un cuento. Pensé que no me quedaba más. Pero quedaba. Y lo que es peor, puede quedar más.
Mi vida gira en torno a cuatro pequeñas cosas que me hacen seguir respirando, y esas cuatro cosas penden de pequeños hilos como los de una cometa pero rondando la absurdez, como mi empleo de 5 horas semanales o mi viejo coche que me lleva y mi trae.
Tener coche para mi funciona como una inyección de independencia. Estar en este pequeño pueblo tiene una serie de desventajas que soporto mejor cuando tengo un poquito de movilidad. Y en momentos de agobio me voy con el coche hasta un sitio lo suficientemente lejos como para sentir que huyo de mis tormentos pero lo bastante cerca como para sentirme aun arropada en casa. Y puedo trabajar más allá de donde me llevan mis pies o las ruedas de mi bici, y eso dada la escasez laboral de la que disfruto mejora un poco el asunto.
No me planteaba que mi rutina absurda y mi frágil equilibrio pudiese romperse de la forma más tonta posible. Un semáforo.
Parar en un semáforo. Algo tan insignificante como eso y cambian las cosas. Algo se rompe y mi viejo coche me lleva como puede durante 50 km hasta casa. Y me voy a casa pensando que será una tontería, como siempre. Pero tampoco duermo mucho. Algo más me ronda la cabeza.
Por la mañana arranco el viejo Orión con miedo a ese ruido extraño pero necesito ponerle en marcha porque me tiene que llevar al centro de salud para hacerme una analítica.... mi salud esta regular igual que mi coche. Rondo una anemia y mi medico me tiene loca... cambios de alimentación como primera medida... a ver como mejoro, pero llevo así 3 meses. No lo quiero pensar.
De allí al taller. Cruzo los dedos pero veo los ojos de Pepe, mi mecánico, y no me inspiran nada bueno.
Y mi intuición no falla. Mi querido Ford Orión ha muerto a sus 20 años. No puedo costear la reparación y no hay nada que pueda hacer por él. Hemos compartido 10 años juntos con diversas aventuras y desventuras, risas, viajes fantásticos.... pero es lo normal. Era un coche viejo.
Pero de ahí surgió otro problema con el que no pensé hasta ese momento. Mi trabajo.... si es que a eso se le puede llamar trabajo.
Sin mi coche no puedo desplazarme hasta donde me mal pagan por 5 horas a la semana. Y si no voy pierdo mi única fuente de ingresos que tengo ahora y sin eso ya no tengo nada.
Toca plantearse cosas como comprar un sustituto a mi cochito y eso es tener que poner en la balanza algo con lo que no quería negociar: mis planes.
Si quiero seguir adelante con mis planes necesito ahorrar todo lo posible para tener la sensación de respaldo económico suficiente como para arrancar de cero una nueva etapa con sueños que llevo apartando demasiado tiempo. Pero no puedo ahorrar más si no hay ingresos y para tener ingresos necesito desplazarme a 50 km y necesito un coche.
Coche significa decir adiós al ultimo año de ahorros y no tener con lo que marcharme, y no comprarlo significa que tampoco tendré suficiente para irme. Otro quebradero de cabeza más.
Así que hago cuentas, mi lista de pros y contras y me encuentro que tengo que comprar un coche de segunda mano para conservar al menos mi dignidad si tengo que seguir aquí.
Eso significa que tengo que posponer mis planes un tiempo... indefinido. Prefiero pensar que eso me ayudará a prepararme mejor y poder hacer las cosas mejor después.
Así que me hago con un Polo, no muy viejo, y de alguien a quien conozco. Adiós a una enorme parte de mis ahorros.
En fin, que sigo con mi pseudo-empleo y me las doy de tan feliz hasta que este viernes todo cambia otra vez.
Conduzco desde hace 14 años y tengo coche propio desde hace 10 y jamas me ha pasado nada... hasta ahora.
Una mancha de aceite, lluvia, un asfalto en mal estado y sin darme cuenta me encuentro girando en medio de la autovía. Es una sensación rara.... ves lo que te pasa pero no eres capaz de controlar nada y eso asusta mucho. Dicen que en esos casos todo ocurre muy rápido y es verdad, pero no en ese instante. Mientras el coche se descontrola ves como a tu alrededor todo se mueve muy despacio como si el tiempo cambiara su velocidad y después del golpe todo pasa tan rápido que no eres capaz de asimilar tanta información.
Me quede sentada en el coche un momento, no se si mucho o poco. Quería analizar la situación y solo podía temblar. Podía ser perfectamente el miedo o el shock.
Estaba bien, al menos físicamente y el resto no me preocupaba. Lo que pasó después no importa, pero la sensación dentro del coche fue algo que nunca había experimentado. Durante un instante pensé que había estado muy cerca de que no hubiese un después. Demasiado cerca.
Es simplemente extraño. Cuando llegue a casa pensé que ya estaba bien y punto, pero me puse a llorar como una niña asustada. Me alegre de estar sola, y lloré con ganas quitándome toda la tensión de encima. La del accidente y la de los últimos meses. Me desinfecte un poco las heridas del alma.
Ahora tengo mucho en lo que pensar, porque tendré que gastarme otra parte de mis ahorros en la reparación del coche y por supuesto buscar alguna fuente de ingresos más si realmente quiero seguir con la intención de mantener mis planes intactos. Y todo eso recordando mi salud que me está dando pequeños toques de atención.
Pero bueno todo vuelve al final a la normalidad.... o eso espero.

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