09 agosto, 2010

Pérdida

Estoy leyendo un libro muy bueno, "El mundo amarillo" de Albert Espinosa.
Habla de muchas cosas, de la vida más bien. Me encanta como se respira una forma de ver el mundo tan diferente. Tan como la mía.
Una de las muchas cosas de las que habla es de la pérdida. De cómo las pérdidas son buenas porque te dejan algo de lo que aprendes.
Lo malo es que según mi punto de vista enfrentarte a las pérdidas conlleva lo que se le suele llamar duelo. Pero el duelo es largo y te hace pasar por un montón de estados anímicos que no son demasiado fáciles.
Yo estoy ahora en plena pérdida. No es una pérdida de las más duras ni mucho menos, ni nada que no sepa que terminaré superando, pero aún así está siendo difícil.
Es para algunos una pérdida banal, pero para mi está siendo la pérdida que más me está costando. Supongo que confiaba en no tener que pasarla aún y enfrentarme a ella no era algo con lo que contara.
He perdido a alguien especial a quien no dejo de necesitar. Ese es el tema, pero antes de reconocerlo tan abiertamente he recorrido un camino largo, muy largo.
Pasé por la sorpresa de no saber que pasaba, la duda de si yo había hecho algo mal, el miedo a que eso fuese cierto, el enfado al ver que no era mi culpa, la decepción por las ilusiones perdidas, un nuevo enfado por sentirme engañada, la pena de ver que no tenía nada que hacer, asumir que le perdí y por último esta enorme soledad.
Y eso sin contar con la apatía que intermitentemente me invadía y que conseguía que dejase de hacer fotos, de escribir, que fuese borde y llorona.
Porque he llorado mucho en todas esas fases, con pena o con rabia, pero he llorado. Podía echarle la culpa a él, pero sería egoísta por mi parte. Yo era la que exteriorizaba así la angustia, y tengo que reconocer que muy mal tampoco viene.
Aún no he terminado con todo esto, porque yo considero que aún le necesito y él ha pasado página. Es su derecho y a eso me aferro, a que él hace lo correcto para seguir su vida. Yo ya no le aporto nada que necesite y no debo estar ahí molestando.
Ahora entiendo muchas cosas, aunque aún me quedan demasiadas cosas en el tintero. Pero está bien esta fase, porque veo que poco a poco todo se coloca en un nuevo sitio y me voy acostumbrando a él.
Solo pienso que después de esta pérdida me voy a enfrentar a otra más, que se que costará menos porque tenía que haberla empezado mucho antes y porque la empiezo yo.
Supongo que es lo de siempre, la gente entra y sale, va y viene.
Él salió de mi vida y yo me voy de la vida de otra persona. Ni tan mal.

2 comentarios:

  1. El camino de las lagrimas, de Jorge Bucay. Va un poco por donde lo estas comentando

    ResponderEliminar
  2. Pero todo llegó a su hora...Todo llega cuando tiene que llegar para quien sabe esperar...
    Sé de lo que hablas...el duelo siempre es duro...no te agobies...pásalo...es un sentimiento absolutamente normal...Algo bueno está por llegar...
    En el momento que eres capaz de asumir que todo está perdido llega la hora de empezar a construir de nuevo...
    besos linda!...

    ResponderEliminar