03 agosto, 2009

Fotos

Venga va....lo contaré aquí también.
Me gusta la fotografía, me gusta ahora y me ha gustado siempre. Mi madre tenía una cámara que apreciaba como su más importante tesoro, y cada vez que me dejaba hacer alguna foto con ella se aseguraba que yo entendía ese cariño. Aprendí a hacer fotos despacio, siendo paciente y sabiendo que la cámara era el instrumento que me ayudaba a conseguir lo que buscaba, que generalmente para mi era congelar el tiempo en un instante que quería recordar para siempre. Y aquella Werlisa Color formó parte de mi infancia y adolescencia, hasta que mi madre se compro otra mejor.
Ahorre para comprarme algunas cámaras, pero yo seguía mirando de reojo y con envidia las cámaras de mi madre. Han pasado los años y la fotografía ha seguido gustándome. Me compré una compacta digital que se convirtió en un apéndice inseparable y no salia de casa nunca sin ella, nunca. Siempre pensé que las cosas que más me gusta fotografiar son espontáneas y por eso tengo que llevar la cámara siempre conmigo, para que esa espontaneidad no me pille desprevenida.
Internet y el mundo digital se abrió ante mi como la posibilidad de ver lo que millones de miradas han visto por mi. Cada foto que veía y me gustaba intentaba averiguar como la habían hecho. Hace ya tiempo descubrí unas fotos muy curiosas llenas de color y que eran tan espontáneas como las que a mi siempre me había gustado hacer. Era Lomografía, y me pareció genial pero tampoco investigue mucho mas. Hasta casi me olvide de ellas porque cayó en mis manos mi primera reflex digital.
Pero hace poco, me reencontre con alguien especial, que me hablo del mundo Lomo y una lucecita se encendió en mi cabeza.... eran aquellas que vi una vez. Y me enseño muchas fotos y me explico cosas que no sabía, y de pronto yo ya estaba deseando tener una cámara rusa.
El caso es que ese alguien me regalo esa cámara en mi cumpleaños y yo estaba feliz, mejor dicho FELIZ, con mayúsculas.
A todo el mundo le contaba lo de mi nueva cámara, y entre ellos estaba mi madre, que al oírlo simplemente se rio un poco. No le di importancia hasta que una tarde me dio una bolsa que tenia dos cámaras dentro. Una era la Werlisa Color que hacia años que no veía y se me iluminó la cara al verla de nuevo, pero la sorpresa estaba en la otra cámara. Al principio no la reconocí en su funda negra, pero al ver la inscripción mi asombro fue increíble. Ponía ЛOMO o lo que es lo mismo LOMO.
Y poco a poco empecé a recordar. Me acordé de mi padre que la compró a un marinero ruso para poder regalársela a mi madre, me acordé de mi madre comparandola con la su Werlisa, y me acorde de mi misma jugando con ella. Pero no salio muy bien parada la pobre en la comparación y termino en el fondo de un cajón, olvidada por todos hasta que yo le dije a mi madre las palabras mágicas... cámara rusa.
No es el mismo modelo que me regaló ese alguien especial, y puede que no haga fotos tan buenas, pero tiene la misma esencia y ha estado todo este tiempo esperando a ser rescatada del olvido y hasta puede que esperase por mi, a que yo supiese valorarla un poco más que hace 25 años.
Y por fin estamos las dos preparadas para congelar instantes de tiempo en una imagen.

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