12 marzo, 2010

estrellitas

Siempre he oído aquello de que si piensas mucho terminará saliéndote humo de las orejas. De pequeña me reía mucho con el dicho y hasta creo recordar que lo dibujé alguna vez, pero hoy como que lo veo de otra manera.
Estoy pensando tanto que se me recalienta el cerebro y de seguir así, no digo yo que no tenga una combustión espontánea y que me salga todo el humo por las orejas. Y sin exagerar ni un poco.
Lo de pensar es la reacción normal a otra situación, la de esperar. Si esperas, piensas en algo. Y claro, si esperas mucho, piensas mucho. Lo normal.
Nunca me he considerado una persona impaciente, más bien todo lo contrario, pero a veces no estoy demasiado cómoda con una espera.... porque me da por pensar. Si ya se que es una tontería, pero a ver quien es el majo que hace que mi cerebro se bloquee ante esperas estúpidas y no piense en chorradas de lo más variadas.
En fin, que sigo esperando esa explosión que haga saltar en mil pedazos mi tonta cabecita, porque la temperatura sigue y sigue subiendo y miedo me da ya.
No se si mi tan querida paciencia estará de vacaciones, pero es una sensación muy rara. Son cosas que no deberían alterarme, y tan absurdas como pueden ser la espera de una llamada tranquilizadora o la llegada a casa de mi nuevo ordenador, aparte de otras muchas. Y yo me estoy poniendo de los nervios.... y no conocía esa faceta mía, esta impaciencia repentina que me trae loca.
Y claro, volvemos a lo de siempre... pienso idioteces que me enrarecen el día y me quitan el sueño de noche. Y eso si que no me hace gracia.
Me cambian las perspectivas y lo que pensaba que iba bien ya no lo va, y lo que iba peor...bufff mejor ni lo recuerdo porque me da la llantina. Y si me pongo a llorar no paro.
Anoche estaba solita en casa... bueno lo sola que se puede estar en una casa con tantos animales rodeandome, pero lo que son personas...estaba sola sola. Y lo agradecí, porque en plena sesión de espera frente al ordenador me dio un chunguillo y me puse a llorar, aunque no era capaz de saber por qué.
El caso es que lloré a gusto, sin nadie que preguntase y me puse la musica tan alta que no se como los vecinos no vinieron a quejarse. Son las ventajas de los pueblos....
Salí a la terraza a que me diera el fresco e intenté relajarme viendo las lucecillas del país de enfrente. Me estiré en el suelo cuando mi respiración volvió a ser normal... y vi algo que no me acordaba que estaba esperando.... las estrellas.
Hacía meses que las nubes no me dejaban verlas y cada noche las esperaba sin resultado, hasta que me cansé de ver solo nubes grises. Y me sentí tan contenta de verlas otra vez que empecé a pasar lista, contándolas, como si eso fuese posible.... y me sentí mejor. Una espera menos, un pensamiento menos.
Es como si relacionase una espera con un pensamiento que me agota, y si las cosas van llegando, pues me siento algo mejor un peso menos.
Así que nada, he decidido empezar a ver solo las cosas que ya no tengo que esperar, como las primeras margaritas de la primavera o el sol cuando salgo de trabajar, y así me voy olvidando de otras.... si puedo.

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