26 diciembre, 2009

Miedo a un no

Joer, que frío hace. Pero frío frío, que con la humedad parece que se me congelan hasta los huesos. Y he pillado un catarro de esos que te dejan agotada, y lo que de verdad me apetece es meterme en la cama, al calorcito. Preferiblemente al calor de pecho ajeno, para que negarlo, que es el que más cura. Eso es algo que me encanta.
Solo con pensarlo ya sonrío... quedarme dormida abrazada a alguien, posiblemente dejando una frase a medias, porque conociéndome se que pasaría. No creo que haya un placer mayor que saber durante el resto de la noche que tienes a alguien a quien quieres a escasos centímetros de tu cuerpo. Pero resulta que quien quiero que esté en mi cama no está.
Y por extraño que parezca no soy capaz de pedirle a ese alguien que venga a verme, que entre en mi cama a darme calor, que quiero que sea él quien me acompañe por las noches. Tengo miedo a que me diga que no. Como una quinceañera...
Es que llevo tantos tropezones que no me apetece pasar por uno más y así estoy.
La verdad es que a veces tengo miedos de lo más tontos, porque que podría haber de malo en que me digan que no? Como mucho que me quede poco más o menos como estoy, lo cual no cambiaría en exceso esta situación pero si que aclararía cosas. Y si la respuesta es sí, pues eso que gano, lo que de verdad quiero.
Pero aunque me seduzca mucho la idea el miedo sigue ahí y las ganas de no tener que volver a levantarme después de la caída del guindo también.

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