30 junio, 2009

Pequeñas cosas

Me gustan las pequeñas cosas de la vida. Las pequeñas sorpresas que no esperas pero que te ponen la sonrisa en la boca.
A veces pasan sin que apenas te des cuenta, pero otras veces....otras veces es genial.
Hacia meses que no volvía a la ciudad en la que viví 10 años, y menos desde mi ciudad natal. Por esas carreteras que de día me aburrían y de noche me daban miedo, esas carreteras monótonas y sin paisaje.
Pero según conducía a las 7 de la mañana, después de amanecer, me encontré con una sorpresa. Giré una de las últimas curvas antes del páramo más triste que jamás he visto y....allí estaban. Los molinos eólicos que siempre dije que tenían que poner.
Y sonreí.
El aburrido páramo se había convertido en un divertido parque eólico, con unos molinos enormes llenando el paisaje.
Y pensé que estamos consiguiendo algo. Que poco a poco se conciencia a la gente de que no tenemos por que desaprovechar algo que tenemos en abundancia y que no usamos tanto como debiéramos. Los esfuerzos de unos cuantos ya empiezan a dar buenso resultados.
Pero este es un gran paso....por fin nos movemos.
Y sonreí.

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