21 junio, 2010

Sola, muy sola

Llevo un par de días con la sensación de tener el corazón encogido. No es por nada en particular, o sí, la verdad es que no lo se.
Debe ser la ausencia de señales que me recuerden que voy en el camino correcto. Esas pequeñas cosas que me hacen seguir adelante por muy loca que sea la idea. Estoy ligeramente triste, un poco nostálgica y muy angustiada. Me pregunto mil veces a lo largo del día si estoy haciendo lo que debo, y un silencio tremendo es lo único que recibo por respuesta. Y me asusta.
Parece que por segundos se me arruga el alma. Y aunque intento estirarme y mirar al frente, al instante vuelvo a hacerme un ovillo y me siento demasiado sola.
Después de todo es como estoy... sola.
Sola ante un futuro incierto, sola con un montón de amor que no tiene dueño, porque no tengo a nadie que me escuche las mil tonterías que digo o que se ría de mis ocurrencias y de mis planes.
Me niego a pensar que me estoy echando atrás antes incluso de empezar, pero no encuentro nada que me anime como antes. Ya no hay un montón de esas pequeñas cosas que me hagan tirar hacia delante.
Y no se que hacer ni donde buscar las ilusiones que se me van cayendo del corazón por el camino cada día. Lo malo es que las siento caer como pequeñas plumas que parecen no pesar, pero que me ayudaban a levantar el vuelo, y ahora sin ellas ya no se como volar.
Estoy sola, mirando al cielo buscando la manera de despegar del suelo. Y mientras tanto los demás están ahí arriba, volando con sus sueños.
Estoy sola y me arrugo.

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