03 septiembre, 2009

Cartas

Creo que lo he dicho varias veces, pero me encanta escribir. Sobre todo escribir cartas.
Y es algo que, como la fotografía, me ha gustado toda la vida. En mi casa aun hay cartas que le mandaba a mis abuelos o a mis padres cuando estaba de vacaciones.
Y de pequeña idealizaba mucho el viaje que hacían las cartas para llegar a su destino. Con los años y la experiencia de trabajar en Correos he dejado de idealizar ese proceso.
Hoy en día es todo mecánico, impersonal. Hasta las cartas son impersonales. Pero de eso ya hablé en otra ocasión. Esta vez voy a hablar de lo que es ser cartero.
Supongo que ser cartero en una ciudad grande sera bastante sencillito. Portal-timbre-buzones. Pero ser cartero en el rural es otra historia.
Si empiezo por decir que la clasificación de las cartas es misión imposible me quedo corta. Calles huérfanas de nombre, con infinidad de transversales, casas diseminadas y números que parecen seguir el orden del bingo en vez de un plan urbanístico.
Las cartas de los bancos llevan una dirección que no coincide con la que traen cartas del ayuntamiento o de la compañía eléctrica. Comienza el caos. La experiencia y las indicaciones de otros carteros que han trabajado en la zona ayuda a que la huida no sea una opción. Todos apuntan cosas en planos llenos de indicaciones, dibujitos y listados de nombres y vecinos.
Luego cargo mi coche particular de cartas y paquetes, porque supuestamente tengo que hacerlo a pie....y como que no me apetece andar unos 7 kilómetros con varios kilos de cartas al hombro. Ahí empieza el rally. Mi cochecito sufre lo suyo, paradas y arranques, caminos de piedras y un montón de baches. Eso sin contar cuando no calculo bien los anchos de los caminos y rascazo que te va... lo dicho un rally.
También tienen su miga los buzones, o mejor dicho la ausencia de ellos. Bolsas viejas colgadas de algún lado, muebles viejos, huecos en las paredes... o directamente nada. Ahí entra el momento de echarle imaginación y buscar un ventana o una reja donde puedan verlas. Con el tiempo los vecinos te van contando donde puedes dejárselas, pero al principio acordarse de todo tiene merito.
Es mi día a día... camino de la derecha, buzón negro, ras.

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